sábado, 16 de octubre de 2010

El Arte de Sacar la Tristeza


Descubriendo su sabor...

Cada vez que una lagrima cae por los ojos, nos engaña. Nos hace creer que el sabor de la tristeza es salado. Pero sépanlo, ése no es su verdadero sabor. Las lágrimas son camuflajes. Pueden caer litros, cataratas, no importa. Una lágrima nunca va a lograr del todo su función principal. Pueden servir como calmantes, pero nunca te alivian por completo.

En el fondo la respuesta es lógica y todos la sabemos. El problema es que muchos no aceptan su verdadero sabor. Pero vamos, no te mientas. La tristeza real no es salada. Hacerse el tonto es el camino más fácil, pero no el más efectivo. Las lágrimas usan la sal para esconderse. Despistarte. Pero ya es hora de decir la verdad de una buena vez: la tristeza es amarga. Sí. Es más amarga que un jarabe para la tos, pero no se cura ni con quimioterapia. Es amarga de verdad. La sal de una lagrima es un tímido intento de aceptar ese sentimiento. Se queda en el medio. Para mi una lagrima amarga sería mucho más real. Más necesaria. Más sana.



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